No son buenos tiempos para emanciparse de casa, el precio del alquiler tocando techo, los precios creciendo a toda velocidad y por si fuera poco, el aumento del precio de los suministros: véase la luz como el más importante de ellos. Pero tampoco es plan de llegar a los cuarenta y seguir en casa.
La estadística no ayuda mucho, puesto que España se encuentra entre los países con una edad media de emancipación más alta de toda la zona euro. Probablemente no ayuda tener un salario medio también mucho más bajo que el resto de Europa, y que hoy en día, estudiar tenga que ser un trabajo a tiempo completo porque el sistema no permite combinarlo con trabajo.
¿Comprar o alquilar?
Si bien la emancipación es en sí una aventura millennial por los motivos que ya se han intentado apuntar, la siguiente decisión es si optar por un piso de alquiler o de compra. Son muchos los factores que van a intervenir en esta decisión. Pero hay dos que destacan por encima del resto: la cantidad de ahorro disponible o futura que puedas tener, ya sea propio o un préstamo de padres, abuelos o conocidos y la capacidad financiera para pagar una hipoteca. A no ser que seas de una familia acaudalada, que entonces no debes seguir leyendo porque millennial o no, no tienes este problema.
Compra
Lo más normal para los que somos de la generación Y, es decir millennials, es que tengamos que optar por hacer una hipoteca si queremos comprar un piso. Incluso en este caso, nadie te va a salvar de hacer un desembolso inicial que necesitas tener ahorrado o que algún familiar te preste. Que suele ser lo más habitual. Piensa que en caso de comprarte un piso de 200.000€, tendrás que aportar aproximadamente unos 60.000 € de entrada. El 20% del piso, impuestos, y gastos de notaría
No hace falta decir que a todo esto debes disponer de un salario fijo y estable para que el banco te conceda una hipoteca. Además, por muy bien que compres un piso siempre hay que hacer arreglos. Puede que aparezcan otros problemas como por ejemplo, que necesites un boletín para garantizar que tu casa cumple con las tensiones normalizadas eléctricas, o para que se ajuste a la normativa.
Alquiler
El alquiler es la otra opción posible para emanciparse, y aunque ninguna de las dos podemos decir que son sencillas sino toda una aventura, es quizás la más simple. No la más escogida por los motivos que se van a explicar, a continuación.
Su principal ventaja es que no necesitas una descapitalización tan grande, ni tampoco te atas con un banco para casi el resto de tu vida. En cambio, vas a necesitar tener algo de ahorros porque al menos te van a pedir una fianza y algún mes a cuenta. Además, los precios del alquiler están por las nubes y son literalmente más caros que una cuota de hipoteca. Por eso, al menos en España, lo más común es que puestos a la aventura, lo hagas a lo grande y una compra sea una prioridad.
Sea por los motivos que sea, la realidad es que un buen número de personas optan por el alquiler. Y aunque como decíamos es más sencillo, a priori, también necesita de un proceso de búsqueda, pactar con el propietario unas condiciones ventajosas para ti y firmar el contrato. En definitiva, también conlleva un proceso y después lo más complicado, llegar a fin de mes, pagando el alquiler.
Con la subida de la luz, tendrás que aprovechar hasta el último euro para conseguir cerrar el mes en números verdes. Incluso te preguntas a qué hora puedo poner la lavadora, para intentar ahorrar algo o en qué supermercado debes comprar.
En definitiva, emanciparse es una aventura. Más en los tiempos que corren, y para una generación que tiene una media de emancipación que supera los 30 años.